Raquel y Carlos

RUFINA BERNALDO DE QUIRÓS RODRíGUEZ Fontiveros (Ávila), 26-8-1.934 - ̶ Madrid, 20-12-2.015 Rufina ya no está entre nosotros. Siguen unas breves palabras sobre ella, en estos prolongados momentos. Rufi, para cada uno esposa, madre, abuela, hermana, familiar, amiga, entrañable conocida. Se rompe definitivamente tras ejercer con mucho esfuerzo su derecho al voto el veinte de diciembre de 2.015 (15:45) a los ochenta y un años, una edad que actualmente empieza a ser considerada de otra manera, si no se cruzan elementos exteriores. Siendo Rufi joven y a lo largo de su vida, fue una de esas mujeres que asistió en el ejercicio de su profesión a su marido, Exuperio Díaz Jiménez, pediatra. Estuvo al lado de Peyo en aspectos relacionados con la atención al paciente, que se desarrolló en el ámbito privado, en Madrid. Vivieron una época de muchísimo trabajo. Ella ha desaparecido en pleno cambio de ERA. Compatibilizó la organización de una consulta y de un hogar. Apoyo para todos. Ayudante de trabajo, esposa, madre, pendiente de la relación con los demás. Su entrega fue absoluta, ejemplo aprendido en su familia. Rufi, mujer buena, nunca perdió su sonrisa. Las limitaciones que fueron apareciendo, sobre su osteoporosis, una galopante ciafosis que tiró de ella hasta hacerla tropezar, con la capacidad torácica reducida por una caída, sucediendo en su inteligencia espacial una merma, que continuó tirando de ella hasta doblarla más, lo que generó un dolor insoportable que derivó en un problema neurológico que se evidenciaba en la dificultad de deglución, que acabó en fallo general final. Frecuentes han sido los extraños desvanecimientos por los que tuvo que ser atendida. Como si no se reconociese a sí misma el derecho a quejarse, todo esto no impidió que siguiera disfrutando con la máxima ilusión que eran sus nietos, con su familia y con los que eran como su familia, a los que quería mucho. Las personas eran importantes para ella en general. Fue una cristiana que tuvo en todo momento los correspondientes principios en primer término, actitud ante la vida también aprendida en su familia. Creía en Dios y llevó una existencia acorde con ello en todo lo fundamental. Así intentó transmitirlo. En Dios buscó inspiración para construir una coherente normalidad. En su fe encontró fuerza para encarar las dificultades. Ella decía alguna vez: “Reza para obtener fuerza moral”. De esta forma asumía su propia responsabilidad ante los retos de la vida. La misa de funeral tuvo lugar el catorce de enero de 2.016 en la parroquia de San Miguel de los Santos. Agradecemos mucho las misas dichas por ella. Como deseamos hacer, rogamos siempre a Dios por su persona. Mamá, abuela, Rufi, no te olvidamos. No olvido.

Viernes, Abril 26, 2019 - 09:12
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